Mensaje de Navidad 2022 Diócesis de San Cristóbal

“A todos Ustedes, Presbíteros, Laicos y Religiosas de nuestra Iglesia Local de San Cristóbal, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, les deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo” (Rom 1,7)

  1. Cercana, como está la fiesta de la Navidad, queremos hacerles llegar este mensaje para reafirmar nuestra comunión. A lo largo de este año 2022, con variadas actividades, hemos podido conmemorar el primer centenario de nuestra Diócesis. Así pues, hemos celebrado “cien años caminando juntos en Espíritu y Verdad”. A la vez, hemos iniciado el III Sínodo diocesano, con el cual pretendemos continuar la renovación pastoral de nuestra Diócesis y reafirmar el compromiso de ser una Iglesia en salida para ir al encuentro de todos y, entonces, anunciar el Evangelio del Señor Jesús y edificar su Reino de amor, justicia y libertad.
  2. De hecho, cada uno de nosotros “ha sido escogido por Dios para anunciar el Evangelio de Dios” (Rom 1,1). Hoy más que nunca se hace urgente proclamar ese Evangelio para dar a conocer la fuerza liberadora de Jesucristo, “el Hijo de Dios Padre, nacido, según la carne de la estirpe de David, constituido según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte” (Rom 1…)
  3. Durante el Adviento nos hemos venido preparando para celebrar, a partir del próximo 25 de diciembre, la Navidad. Esta no es una simple festividad religiosa ni, mucho menos, se la debe reducir a un conjunto de expresiones culturales. Es fiesta y memoria de un evento que transformó la historia de la humanidad. Celebramos y hacemos memoria viva de la Encarnación (cf. Jn 1,14), por medio de la cual Dios se hizo hombre y puso su morada en medio la misma humanidad.
  4. En Navidad, con diversos ritos, símbolos y manifestaciones del catolicismo popular propio de nuestra región, volvemos a decirle al mundo que Jesús ha nacido de María por “obra y gracia del Espíritu Santo para librar a su pueblo de los pecados” (Mt…) Para ello, se hizo hombre y fue reconocido como el ENMANUEL, “Dios-con-nosotros”
  5. ¿Cómo celebrar la Navidad? En primer lugar, como lo que es: memoria que recuerda de nuevo la presencia viva del Dios encarnado. En segundo lugar, dándole una caracterización misionera, al motivarnos para que proclamemos el Evangelio de Salvación. Siguiendo la propuesta del Papa Francisco acerca de lo que debe ser, como la nuestra, una Iglesia sinodal que camina junto con todos, hemos de aprovechar este tiempo a fin de reforzar el ENCUENTRO, la ESCUCHA y el DISCERNIMIENTO.
  6. A) EL ENCUENTROdesde el compartir en nuestras familias y comunidades eclesiales hasta hacer sentir que Jesucristo sigue actuando en medio de nosotros. Esto exige apertura de mente y de corazón –una conversión pastoral- para ir donde están también los alejados, los menospreciados, los pecadores y los no creyentes. Es la actitud de la fraternidad con la cual podremos superar divisiones y brechas que nos puedan separar. Es una manera de invitar a todos a la comunión centrada en la fuente del amor de Dios.
  7. B) LA ESCUCHA:Ante todo de la Palabra de la Verdad que nos hace libres (cf. Jn 8,32). “Oír a Dios con un oído en el pueblo”. Así, además, podremos escuchar lo que el Espíritu quiere decir a nuestra Iglesia desde las alegrías y esperanzas, desde los problemas y angustias de nuestra gente. Sólo si haremos nuestra esta invitación a oír podremos transmitir el mensaje de esperanza, justicia y amor del Evangelio, a fin de que pueda ser escuchado por el pueblo al que debemos acompañar con caridad y solidaridad.

  1. C) EL DISCERNIMIENTOcon el cual seguimos descubriendo el designio salvífico de Dios. Con el encuentro y la escucha seremos capaces de leer los signos de los tiempos y responder a los desafíos surgidos de ellos. Esto nos permitirá darle, con la gracia del Espíritu, fuerza, decisión y entusiasmo a la tarea evangelizadora por medio de la cual nos hacemos eco de la Palabra de vida, encarnada en la humanidad.
  2. Durante los días preparatorios y posteriores a la Navidad, con estas tres actitudes mencionadas podremos contemplar la escena de Belén, representada en los así denominados “nacimientos” de nuestros templos, hogares e instituciones. Allí nos dejaremos conducir por la alegría de los ángeles, la admiración de los pastores, el reconocimiento de los reyes de oriente y el amor de María y José ¿Qué hermoso es realizar este ejercicio de contemplación con los miembros de la familia, los vecinos, amigos y compañeros de trabajo!
  3. Al adorar al Niño Dios, también la fe nos permitirá reforzar la caridad, con la cual iremos al encuentro de los demás, conocidos y desconocidos que se hallan golpeados por tantas tristezas, abandono, desconsuelo, pobreza y opresión. A quien contemplamos es al Señor, despojado de su condición divina para enriquecernos con su donación redentora. No dejemos de hacer sentir la riqueza del nacimiento del Niño Dios para aliviar el dolor de quienes sufren: esto amerita hacerlo con gestos de solidaridad, compartiendo lo que tenemos y somos.
  4. El Dios hecho hombre nos ha dejado una tarea: hacer conocer el Evangelio por todas partes hasta los confines de la tierra. El año 2023 será una nueva etapa de nuestra propia historia de salvación. Hemos de seguir caminando juntos “en espíritu y verdad”, con actitud de servicio, sentido misionero y el compromiso por la justicia y la dignificación de toda persona humana. Asimismo, acompañando de diversos modos a la Iglesia de Caroní, con la cual el Señor nos ha emparentado de una manera particular.
  5. El Santo Cristo de La Grita, cuya réplica peregrinará durante el nuevo año por el Táchira, nos siga sosteniendo y contagiando serenidad para poder ser fieles a Él. Para ello, ciertamente, contaremos con la maternal protección e intercesión de María del Táchira y de la Gran Sabana, Nuestra Señor de la Consolación.

Con nuestra bendición y los mejores deseos de una Feliz Navidad,

+Mario, Obispo de San Cristóbal, y +Juan Alberto, Obispo Auxiliar.

En San Cristóbal a los 18 días del mes de diciembre de 2022, IV Domingo de ADVIENTO.

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