AL PRESBITERIO, MIEMBROS DEL PUEBLO DE DIOS QUE ANUNCIAN EL EVANGELIO EN EL TÁCHIRA
Y PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD
“CONVIÉRTANSE AL SEÑOR PORQUE ES COMPASIVO Y MISERICORDIOSO” (Jl 2,12)
1.- Comenzamos el tiempo de la Cuaresma, durante el cual nos vamos preparando para conmemorar la Pascua liberadora de Jesucristo el Señor. Como todos los años, la Iglesia nuevamente nos está convocando a prepararnos con la oración, el ayuno, la Palabra y la caridad operante. Así podremos purificarnos y renovarnos internamente para manifestar que estamos en actitud de conversión. No resulta fácil hacerlo, pues vivimos en un mundo que busca no sólo separarnos de Dios, sino también encandilarnos con las luces y candilejas de falsos conceptos de felicidad y desarrollo personal. Se ha seguido profundizando una propuesta individualista y los grandes poderes de la sociedad, a nivel internacional y nacional, nos están invitando a vivir de apariencias, como si estuviéremos protegidos en sus “cúpulas de cristal” o sus “burbujas” donde se aparenta estar bien por disfrutar sólo de lo material.
2.- Sin embargo, al mirar a nuestro alrededor nos damos cuenta de que existe otra terrible realidad con la que no sólo nos topamos, sino que no interesa a esos grandes poderes, a los cuales, la dignidad de las personas humanas no cuenta para nada. La guerra de Rusia contra Ucrania, las noticias de los terremotos que han golpeado a Turquía y Siria y de cómo a esta última nación, se le ha condenado al ostracismo y las ayudas a los seres humanos no logran concretizarse porque hay muchos bloqueos contra ella. Pocos han sentido el dolor de familias venezolanas de migrantes que han fallecido en accidentes en México y Panamá. Tampoco se ha escuchado el clamor de quienes se suponen dirigentes de nuestra sociedad ante el menosprecio sufrido por innumerables migrantes a lo largo de su peregrinación hacia falsos paraísos. Y, para colmo, entonces se añade el olvido de una situación que sigue causando heridas internas en nuestra nación: los sueldos de miseria de los maestros y de otros tantos profesionales, el hambre creciente en amplios sectores de la población y las serias dificultades que existen para lograr una salud digna para todos. Quienes viven en las mencionadas “burbujas” o “cúpulas de cristal” creen irradiar una imagen de bienestar para el resto del mundo.
3.- Frente a todo esto, la Cuaresma se nos presenta como un tiempo de gracia. Es verdad que lo aprovechamos para hacer acciones y campañas en favor de los más necesitados. Éstas, sin embargo, deben enmarcarse en una actitud permanente en la que no sólo sintamos sino hagamos realidad lo que nos propone el Papa Francisco: Hemos de seguir a Jesús de manera real y escucharlo. Él nos está hablando directamente a la mente y al corazón desde las situaciones dolorosas que se viven en la sociedad: “escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas”. Al hacerlo, vamos a sentir el clamor por la justicia y por la dignificación de cada ser humano y, si de verdad tenemos fe y hemos optado por Cristo, entonces nos abriremos a un compromiso solidario y a unir nuestras voces para exigir a quienes tienen el poder o anhelan conseguirlo que tengan la valentía de oírlos y hacerse cercanos… no para buscar votos, o para darles subsidios pasajeros ni para hacer creer al mundo que estamos bien. Oírlos conlleva ponerse del lado de ellos y caminar por sus sendas, involucrarse en sus situaciones de dolor y desesperanza. Y, nosotros, los católicos y las personas de buena voluntad, hemos de dar el paso de acompañarlos con lo que somos y tenemos.
4.- Durante la Cuaresma solemos hacer muchas actividades evangelizadoras, sociales, religiosas. Todas ellas apuntan a que nos preparemos para la Pascua y ayudemos a otros a hacerlo. Pero no caigamos en la tentación que nos está colocando el mundo. Es necesario organizar dichas acciones, pero no para demostrarnos que sí somos capaces, o para tranquilizar nuestras conciencias con ellas… si ésa es nuestra motivación estaremos creando también nosotros una “burbuja” dentro de la cual nos regodeamos por lo que podemos hacer y de manera organizada, hermosa y efectiva. Así nos lo enseña el Papa Francisco en su Mensaje para la Cuaresma de este año 2023: “no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y contradicciones”.
5.- Este hermoso tiempo de Cuaresma no es para desarrollar una religiosidad individualista. Somos miembros de una Iglesia “comunión” que experimentamos en nuestras familias, parroquias, comunidades eclesiales de base… pero que también tenemos como tarea, yendo al necesario encuentro de los demás, para sostenerlos en sus situaciones críticas y, también, para animar a quienes hacen lo incorrecto y se olvidan de sus hermanos propiciando el menosprecio y la opresión, a que tengan la valentía y decisión de convertirse. No tengamos miedo de ser colaboradores de Dios en la creación y fortalecimiento del “Gran Nosotros”. Éste no es utopía, sólo requiere la decisión de cada uno particularmente y con sentido de pertenencia a la Iglesia para dar el paso. Es el “Gran Nosotros” de los hijos de Dios, con el cual demostramos que todos somos hermanos y nadie debe pasar necesidad, gracias a nuestra fraternidad, solidaridad y caridad.
6.- Desde esta perspectiva, invitamos a todos a hacer de la Cuaresma un tiempo de auténtica conversión: salir de nosotros mismos, venciendo mediocridades y tibiezas, dejando de lado el conformismo y demostrando que somos capaces de ir al encuentro de los demás, incluso de los que se han alejado de Dios y de la Iglesia. No les podemos exigir conversión a ellos si no lo demostramos con hechos concretos. Apoyados por las actividades que puedan organizarse en nuestra Diócesis, parroquias, comunidades eclesiales de base y otras instancias eclesiales, nos podemos arriesgar a buscar a quienes sufren: en los centros de salud y que necesitan de una mano amiga, con la ternura del consuelo para ellos y sus familiares, en donde se encuentren los privados de libertad, en los lugares donde viven sumidos en una pobreza que raya en la miseria… No tengamos miedo, si de verdad lo hacemos en el nombre del Señor. Asimismo, visitemos a quienes se sienten solos y abandonados, en sus hogares o en los ancianatos; no dejemos de invitar a quienes más poseen a compartir con los que menos tienen y construyamos puentes para acercarnos a todos superando las terribles brechas que se han venido profundizando en los últimos tiempos en nuestra sociedad. Si lo hacemos en el nombre del Señor, no tendremos miedo.
7.- La Cuaresma nos prepara a la Pascua. Ésta es la fiesta de la auténtica liberación, la realizada desde la Cruz y ratificada con la Resurrección de Jesús. No podremos cantar el aleluya de la Pascua si durante la Cuaresma no hemos sido capaces de actuar con lo que siempre movió al Señor, el amor. No olvidemos que en la Cena de la Nueva Alianza (celebrada el Jueves Santo), nos dejó el mandamiento nuevo con el cual demostramos que somos sus discípulos: el amor fraterno. La Cuaresma nos ayuda a asumir el compromiso por la liberación de nuestra sociedad… una liberación integral que tenga como finalidad hacer sentir que todos somos redimidos por Cristo para lograr la plenitud que alcanzaremos al final de los tiempos. Pero ya desde ahora, la vamos adelantando al caminar decididamente en la novedad de vida (cf. Rom 6,4). Si nos arriesgamos a hacer de la Cuaresma un tiempo donde salgamos al encuentro de los demás para transmitirles la fuerza redentora del Señor, estaremos haciendo sentir que la enseñanza de Pablo es cierta y valedera: “Para eso nos liberó Cristo, para ser libres” (Gal 5,1).
8.- Hoy en Venezuela y en el mundo se requiere un trabajo y un compromiso por la auténtica liberación de las personas humanas. Ellas valen por su dignidad y por ser “imagen y semejanza de Dios” e “hijos de Papá Dios”. No hay que reducirlo sólo a las esferas políticas. Se necesita una acción integral que apunte a favorecer a todos sin excepción y donde cada uno sea respetado por ser persona humana. La liberación tiene que ver con la defensa de la vida, desde el vientre materno hasta el momento final cuando se esté por dar el paso a la eternidad. La liberación tiene que ver con la participación justa y equitativa de todos, sin excepción, en los bienes de la tierra. La liberación es la tarea con la que podremos vencer los egoísmos, las guerras, las opresiones, las torturas y las cerrazones de corazón de quienes detentan el poder o ansían tenerlo. La liberación es tarea de todos por ser una manifestación de la caridad que todo lo puede.
9.- Estamos convocados a ser creyentes capaces de actuar en el nombre del Señor. Lo demostraremos siempre y, por supuesto, durante esta Cuaresma: para ello demos el paso sin vacilaciones. Durante estas semanas y, particularmente, durante la Semana Santa y el tiempo próximo de la Pascua, demostremos que seguimos caminando juntos en “espíritu y verdad”. Para ello contamos con la maternal protección de María del Táchira y de la Gran Sabana, Nuestra Señora de la Consolación y somos sostenidos por los brazos amorosos del Santo Cristo del Rostro Sereno de La Grita.
Con nuestro saludo y bendición,
+Mario y +Juan Alberto, Obispos de San Cristóbal
SAN CRISTÓBAL, 22 DE FEBRERO DEL AÑO 2023, MIÉRCOLES DE CENIZA, INICIO DE LA CUARESMA.