Homilía Ordenación Diaconal de Gabriel Aldana

Al iniciar el Adviento, nuevamente se nos presenta la ocasión de considerar la actitud de esperanza, distintiva de todo cristiano. La esperanza no es una actitud de pasivismo ni tampoco de conformismo. No podemos pensar que la esperanza sea aguardar una promesa ya cumplida, como es el caso de la encarnación del Hijo de Dios. Tampoco es la espera de alguien que venga a resolvernos nuestros problemas.

En el caso del cristianismo, la esperanza nos impulsa a ir al encuentro definitivo con Dios en la plenitud de la eternidad. Ello conlleva “Caminar” en la novedad de la vida inaugurada por Jesús. Por ello, la Iglesia durante el adviento, retoma el tema de la esperanza del pueblo de Dios que aguardaba la llegada del Mesías. Lo hace para invitarnos a hacer realidad el compromiso de anunciar el Evangelio de la salvación a toda la humanidad.

En este sentido, es bonito contemplar cómo al inicio del Adviento en este año litúrgico, se nos invita a estar preparados pues no sabemos el momento ni la hora de ese encuentro hacia el cual nos dirigimos. Estar preparados implica estar en sintonía con Dios mismo en Jesús su Hijo, cuyo nacimiento celebraremos en algunas semanas. A la vez, estar preparados y en actitud de camino, nos exige algunas actitudes: la alegría, como bien lo cantamos en el salmo proclamado hace unos momentos. Alegría que se manifiesta también con la comunión con Cristo, tipificada hoy en la segunda lectura con una expresión muy paulina: “Revístanse de Nuestro Señor Jesucristo”. Esto conlleva, a la vez, asumir la luz que surge de su Persona, y, entonces, “caminar a la luz del Señor” según nos pide el Profeta Isaías.

 

Por otra parte, para toda la Iglesia, en particular para nuestra Iglesia local de San Cristóbal – así como para la comunidad cristiana-seminarística-sacerdotal del Seminario SEDES SAPIENTIAE- hoy se tiene un especial motivo para fortalecer la esperanza. Aunque parezca un episodio sencillo en nuestra vida, la ordenación diaconal de Gabriel es signo vivo de que Dios nos ama, de que sigue habiendo razones para la esperanza y para animarnos a continuar en el camino de la luz.

Hoy, junto a sus padres presentes aquí aún desde la lejanía de la distancia, con sus hermanos diáconos y miembros de la Iglesia local de San Cristóbal y de la comunidad del Sedes Sapientiae, podemos percibir una manifestación de la gracia de Dios. Hoy, el mismo Señor actúa para que podamos sentir más alegría; pero la verdadera alegría, la del Evangelio: con ella no sólo experimentamos la misericordia y el amor de Dios para con su pueblo, sino que nos permite reforzar la esperanza de poder seguir contando con ministros suyos y para la Iglesia.

A la vez, esa Iglesia tiene un nuevo ministro que ayuda al pueblo de Dios a seguir caminando en la luz del Señor. Con su respuesta a la llamada de Dios, Gabriel le está diciendo a todos que pueden contar con él como compañero de camino, para llegar a ser el pastor que conduce a las ovejas por sendas difíciles hasta los pastos fértiles de la salvación. Existe una garantía: revestido de Cristo por el bautismo, como todos nosotros, ahora va a recibir una vestidura particular, al configurarse de modo sacramental con Jesús, el servidor por excelencia. Se reviste así de Cristo que ofrece su vida como expresión máxima de su servicio: para la salvación de todos.

Por eso mismo, en el ámbito de este adviento, la ordenación diaconal de Gabriel, hermoso regalo de la gracia de Dios, es un motivo para reafirmar la esperanza de la Iglesia y de todos sus miembros. Aunque pasamos dificultades de diversos tipos en la sociedad, particularmente en Venezuela, comprobamos la disponibilidad de quien dice que sí a la llamada de Dios, con alegría, revistiéndose de Cristo Servidor y lleno de la luz para el camino de todos.

Les invito a todos a dar gracias al Dios de la vida y del amor, que nos regala este nuevo diácono para el servicio del pueblo santo. Les invito a reconocer en su entrega una expresión de la disponibilidad generosa que ha de distinguir a un ministro del Señor. Les invito a sentir cómo nuestra esperanza se acrecienta con Gabriel y todo lo que a partir de hoy él asume como compromiso y responsabilidad. Les invito a orar por Él, a fin de que se mantenga firme en el camino de la luz, con alegría y con la vestidura que lo une estrechamente a Cristo servidor.

Querido Gabriel:

Te traigo el abrazo de tus padres y hermanos, el de tu pueblo andino y de tu Diócesis de San Cristóbal, de tus compañeros y hermanos sacerdotes… te traigo sus ilusiones al verte hoy consagrado para el ministerio a imagen de Cristo Servidor… Te traigo las esperanzas de quienes ven en tu entrega, una luz para el camino tan oscuro por el que vamos caminando en nuestra tierra… Te traigo el anhelo de que sigas en la alegría del Señor para contagiarla a todos… Te traigo la oración de tantos amigos y hermanos a María del Táchira, Nuestra señora de la Consolación para que ella continúe acompañándote…Te traigo el abrazo del Santo Cristo de La Grita, el del rostro sereno y al cual te configuras por el sacramento que recibirás… Te traigo el amor de tu pueblo: ANIMO Y ADELANTE SIEMPRE, EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO. AMEN.

+Mario Moronta R. Obispo de San Cristóbal

ROMA 1 DE DICIEMBRE DEL AÑO 2019.

 

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