PLEGARIA AL SANTO CRISTO DE LA GRITA

Con la certeza de nuestra fe recibida como don de tu Espíritu, acudimos ante ti ¡Oh Santo Cristo de La Grita! Lo hacemos con la confianza de discípulos que hemos decidido tomar tu Cruz y seguirte.

Como bien la sabes, estamos siendo sometidos a una fuerte prueba: no negamos que nos asusta y nos crea angustia; sentimos la necesidad de ser fortalecidos en nuestra debilidad y fragilidad humana. Pero, a la vez, sentimos la fortaleza que nos viene de tu Gracia y protección auténtica, llena de amor.

Elevamos nuestra mirada humana y de fe hacia ti. Nos conseguimos con tu Rostro Sereno el cual nos transmite seguridad, pues él refleja la satisfacción de haber cumplido con la voluntad del Padre de salvarnos y hacernos sus hijos. Tus labios entreabiertos, sabemos, que siguen orando al Padre por nosotros, sobre todo en este tiempo de emergencia sanitaria.

Contemplamos tus brazos abiertos y clavados en la Cruz con los cuales nos sostienes para no ser vencidos por la tentación y la prueba; y, a la vez, para abrazarnos amorosamente y entonces poder comprobar que, somos protegidos de todo mal y adversidad.

Admiramos tu costado abierto que nos muestra tu amantísimo corazón y te pedimos que él detenga todo aquello que ponga en peligro nuestra salud espiritual y corporal.  Es el corazón sacerdotal con el cual diste tu vida por la salvación de toda la humanidad y así quitar el pecado del mundo.

Tú eres peregrino en nuestras montañas y valles andinos, y el reflejo de tu luz se extiende por toda nuestra patria Venezuela. Queremos seguir siendo también caminantes contigo para continuar hablando de ti con nuestras palabras, acciones y testimonio de caridad. Estás presente en nuestros hogares, comunidades, parroquias e instituciones y sabemos que nos escuchas.  Da aliento a quienes trabajan en bien del pueblo, custodia a los más pobres, excluidos y a los enfermos. No nos desampares en este tiempo difícil.

Como los discípulos de Emaús te decimos: ¡quédate con nosotros en este anochecer que quiere llenarnos de oscuridad, temores y desesperanza! Por tu Sangre Redentora mediante la cual has conseguido convertirnos en hijos de tu Padre y con la permanente asistencia del Espíritu Consolador, haz que pronto seamos liberados de la pandemia que azota a nuestra región, a nuestra patria y al mundo.

Cuenta con nosotros. Sabes que donde estemos y en las circunstancias que podamos vivir, nuestra alma estará siempre ante ti. te lo pedimos por intercesión de María de la Consolación, tu Madre, para que “nuestra senda tu luz ilumine y al andar nos aliente tu amor”. Amén

 

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