Homilía de Domingo de Ramos

Muy al contrario de lo que muchos suelen decir, el pueblo que recibió a Jesús, no fue el mismo que estuvo ante Él en El Calvario para ofenderlo y condenarlo. El de la entrada triunfal a Jerusalén, es el pueblo compuesto por la gente sencilla y por aquellos que habían mostrado su interés por seguirlo, conocerlo o, al menos estar pendiente de Él. En cambio, los maestros de la Ley, los Sumos Sacerdotes y quienes estaban en las esferas del poder hebreo mostraron mucha preocupación.

 

La gente que le recibió en la entrada de Jerusalén estaba reconociendo en Él al Rey y Profeta Mesías. Algo les había llamado la atención: desde su sencillez hasta la profundidad de su enseñanza. Y “salieron a recibirlo”. No sólo con algunas manifestaciones de adhesión, sino proclamando algo que causó mucho temor en quienes no lo querían. La gente cantaba “HOSANNA AL HIJO DE DAVID”. No era otra cosa sino el reconocimiento del Mesías esperado. Y, a esto se le unía una especie de profesión de fe: “BENDITO QUIEN VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR”. Con palmas y extendiendo mantos para que pasara por el camino, desde los niños hasta los ancianos…no dudaron en salir para anunciar su llegada.

 

En cambio, quienes no lo querían se escondieron en vez de salir. Y se refugiaron en la oscuridad de sus pensamientos y decisiones de muerte: había que aniquilarlo porque estaba llevando a la gente por otros caminos. No se dieron cuenta de que era el Mesías. Y entonces comenzaron a tramar su prisión y su muerte, como si con ello iban a destruirlo a Él y a su Palabra.

 

Este episodio, con el cual se inaugura la Semana Santa, nos está recordando, entre otras cosas, el compromiso que tenemos de hacer de la nuestra UNA IGLESIA EN SALIDA. Pero no sólo para hacer manifestaciones religiosas, o para las obras necesarias de la Caridad… sino para anunciar a Jesús, el Señor. Hoy es muy urgente atender la invitación del Papa de una Iglesia en Salida para encontrarnos con todos y, particularmente, con los más alejados o con quienes han roto con Dios y la Iglesia… o tampoco conocen a Dios. Pero no se trata de un encuentro filantrópico, sino evangelizador. Es algo debe hacer la Iglesia en este tiempo es HABLAR DE JESUS, como el Salvador, como el Liberador de la humanidad. Y, al hacerlo, sencillamente presentar sus principios y su Evangelio, con lo cual se podrá lograr la construcción de una nueva sociedad y la conversión de tantos que se han alejado o enfriado o separado de Dios.

 

La Iglesia en Salida no es para que la vean, sino para que la gente, por medio de ella entonces “vea” y crea en el Señor. Habrá quienes se molesten si esto se hace. Habrá quien tramen persecuciones, desprestigios y ofensas, como sucede en otras partes del mundo. Pero no hay que tener miedo… la valentía de aquel pueblo sencillo que acogió a Jesús de Nazaret en Jerusalén nos tiene que animar a hacer lo mismo; es decir a proclamar que Jesús es el auténtico Dios y Hombre, liberador. Con el recuerdo de aquella jornada, que seamos capaces así de proclamar que Jesús sigue viniendo en todas partes como el Bendito que llega en nombre del Señor… para que muchos se animen a hacer como nosotros, de su vida un seguimiento decidido a Jesús, cambiar de actitud y hacer de la propia vida una exclamación que se sienta en todo sitio y en todo momento. HOSANNA EN EL CIELO, BENDITO QUIEN VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR.

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