A TODOS LOS SEMINARISTAS DE LA DIOCESIS DE SAN CRISTOBAL

Salud y bendiciones de parte de Dios!
“Al llegar el día de Pentecostés,
estaban todos reunidos en el mismo lugar” (Hech 2,1).

Es opinión frecuente en los investigadores de la Sagrada Escritura sugerir que el día de Pentecostés, los Apóstoles, María y otros discípulos se hallaban congregados en el “Cenáculo”. El mismo sitio donde Jesús instituyó la Eucaristía, el sacerdocio de la nueva alianza y el mandamiento nuevo del amor fraterno. Allí mismo, el Maestro dio la suprema lección del servicio al lavar los pies de sus seguidores, a quienes instruyó con los recordados “discursos del adiós” y los consagró poniéndoles en las manos del Padre bueno para que no sucumbieran ante los embates de la oscuridad y del mundo. En ese mismo lugar, se les apareció Resucitado y les prometió la fuerza renovadora y consoladora de su Espíritu. Diez días después de la Ascensión, ya signados con el compromiso de ser sus testigos, reciben al Espíritu Santo para consolidar la consagración y el envío a anunciar el Evangelio de la Liberación plena.

Podemos identificar ese sitio como el modelo y semilla de todo seminario. El Cenáculo fue el lugar de la experiencia formativa de quienes habían sido elegidos para continuar con la obra salvadora del Señor Jesús: más que un lugar, es necesario identificarlo como una experiencia de vida. Así, desde los inicios de su ministerio público, al llamarlos y preocuparse por ellos y así revelarles los misterios del reino les fue modelando su imagen en las personas de cada uno de ellos. En el Cenáculo, llega a su culmen todo ese “camino formativo” el cual los condujo a ser configurados al Sumo y Eterno Sacerdote. Por ello se puede describir al Cenáculo como la semilla y modelo de cada uno de nuestros seminarios.

Desde hace muchos años, la Iglesia en Venezuela une a la celebración del evento de Pentecostés el “DIA DEL SEMINARIO”. Lo ha hecho pensando en esa experiencia de formación y consolidación del discernimiento vocacional de todos los candidatos al sacerdocio ministerial. En este sentido, propone a los miembros del Pueblo de Dios intensificar la oración por la perseverancia y fidelidad de quienes han sentido el llamado de Dios, así como se motiva para las diversas maneras de colaboración en favor de la formación sacerdotal.

Con ocasión del Pentecostés 2021, nos dirigimos a todos Ustedes, queridos hijos seminaristas de nuestra Iglesia local de San Cristóbal: los saludamos con afecto de padres y con una voz de aliento para que, poniendo su mirada en el horizonte del reino de Dios, sean capaces de ver cómo el mismo Espíritu Consolador sigue derramando sobre cada uno sus luces y dones para un recto y sincero discernimiento que afine la sincera y humilde respuesta a lo que Dios quiere de Ustedes mismos.

En esta línea queremos animarles y asegurarles el recuerdo en nuestra oración y, sobre todo, en la celebración eucarística. A la vez, aprovechamos para darles las siguientes recomendaciones:

a)    Mirar, con ojos contemplativos, el Seminario como si fuera el Cenáculo, donde Cristo preparó a sus discípulos para configurarlos a Él. En este sentido, fundamentar toda la vida del Seminario en la Palabra y en la Eucaristía: así las diversas etapas y áreas de formación se conjugarán para modelar en Ustedes la imagen del Buen Pastor. Los estudios, las destrezas que van adquiriendo y todo lo que facilite la madurez integral les irá convirtiendo en mejores ciudadanos, cristianos testigos decididos y futuros ministros entregados al servicio del pueblo de Dios.
b)    Dejarse guiar por el Espíritu Santo: es Él quien, con la ayuda de los Formadores y de sus colaboradores, inspira la respuesta y mueve sus corazones hacia la entrega sincera y en comunión eclesial con el Obispo, los Presbíteros y el Pueblo de Dios. No coloquen obstáculos ni entristezcan al Espíritu Santo: antes bien, con humildad, sencillez y apertura de mente y corazón, déjense conducir por Él.
c)    Tener como el gran modelo a imitar a Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote: Es cierto que hay muchos ejemplos de vida sacerdotal del pasado y del presente. Pero, no olviden que el auténtico modelo que se debe imitar es el Señor Jesús. Es necesario conocerlo e identificarse con Él, teniendo sus propios sentimientos y aprendiendo cada día a tener el amor del Buen Pastor, hasta poder garantizar la disposición de entregar la propia vida por las ovejas.
d)    Arriesgarse a tener una visión hacia el futuro: Vivimos en un tiempo de crisis que exige de cada uno de nosotros la confianza y la esperanza con la cual hemos de contagiar entusiasmo al pueblo de Dios. No tener nostalgias del pasado ni cerrarse a los cambios ni a la renovación necesaria de la Iglesia. En la medida que se va teniendo conciencia de pertenencia al pueblo de Dios, seremos capaces de avizorar los retos y las tareas para que el presente de Dios se abra en el futuro de la humanidad. Con esta visión de futuro podremos superar, ciertamente las mezquindades, los peligros de un encerramiento “clericalista” y de una lejanía de los hermanos a quienes hemos de brindar nuestro servicio. No tengan miedo de hacer la opción preferencial por los pobres, excluidos y vulnerables: el hermoso compromiso de identificarnos con Cristo nos conduce a ello.

Los encomendamos a la maternal protección de María, la Madre del Sumo y Eterno Sacerdote, venerada y reconocida entre nosotros como la Señora de la Consolación. Que el ejemplo e intercesión de Santo Tomás de Aquino, patrono de nuestro Seminario Diocesano y del Santo Cura de Ars les anime a dar la respuesta generosa a la llamada de Dios. FELIZ DIA DEL SEMINARIO.

SAN CRISTOBAL, 21 DE MAYO DEL AÑO 2021.
En el nombre de Cristo Jesús, les bendecimos con cariño de padres y pastores,


                        +Mario y +Juan Alberto, Obispos de San Cristóbal

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